LA OBESIDAD Y SU RELACION CON LA HIPERTENSION.
Actualmente, son varios los estudios que ponen de manifiesto que la obesidad no solo conduce a las metabolopatías y a enfermedades crónicas, sino que reduce sustancialmente el desempeño de una serie de pruebas, como la neurocognición y la psicoafectividad, en relación con los pacientes normotensos; y ello, al destacar como deficientes, pruebas específicas de memoria, atención y funciones ejecutivas.Varios investigadores inciden en los factores de riesgo principales que multiplican el riesgo de desarrollar hipertensión en la infancia. Algunos de ellos son la edad, la distribución corporal, la circunferencia de la cintura, el peso, el índice de masa corporal, el estatus nutricional, la función cardiorrespiratoria, la grasa corporal, la grasa visceral, los pliegues e, incluso, se ha llegado a estudiar si tuviese relación con la situación socioeconómica. Tras la observación de todas esas variables, ha sido unánime el factor centinela que dispara las cifras sobre el exceso de peso y la obesidad. No obstante, Martín Espinosa y cols.(17) inciden en desarrollar estudios que incluyan específicamente la adiposidad como factor específico, dentro la obesidad. Naves da Silva y cols.(12), por su parte, hacen hincapié en la obesidad abdominal como factor de riesgo específico en el desarrollo de la HTA, sobre todo en los varones.
El mayor problema de la hipertensión en la infancia es que no tiene ningún tipo de sintomatología; es silente y, en la mayoría de los casos, no es diagnosticada ni tratada, por lo que posteriormente se desarrollarán, casi con toda seguridad, enfermedades cardiovasculares y metabólicas que pondrán en riesgo la salud de los individuos. Matthew L. Hansen y cols.(10) recogieron una muestra de 14.187 individuos en edad pediátrica. De ella, solo el 0,93% tenía un diagnóstico de HTA documentado en su historia clínica. Se puede observar, con el rigor que procede, que aunque es algo evidente dentro de nuestros estudios, se trata de una cuestión que pasa desapercibida en el mundo clínico, lo que incrementa y agrava los problemas que, a posteriori, se desarrollarán en la etapa adulta. Souza y cols.(16) coinciden en este aspecto, al añadir además que la calidad nutricional puede agravar los valores de la hipertensión, sobre todo en la etapa adolescente
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